EL REINO DE DIOS Y LA IGLESIA
Mateo 13:44-46
Mateo 13:44 »El reino del
cielo es como un tesoro escondido que un hombre descubrió en un campo. En medio
de su entusiasmo, lo escondió nuevamente y vendió todas sus posesiones a fin de
juntar el dinero suficiente para comprar el campo.
Mateo 13:45 »Además el
reino del cielo es como un comerciante en busca de perlas de primera calidad.
Mateo 13:46 Cuando descubrió una perla de gran valor, vendió
todas sus posesiones y la compró.
Debemos entender el valor que tiene el reino de Dios y dar
todo para mantenernos en él. La iglesia costó la sangre de nuestro Señor
Jesucristo.
Jesucristo logró nuestra salvación a través de la redención,
su sacrificio fue valioso. Muchos creen que le hacen un favor a Dios al
congregar.
La iglesia ha sido llamada para anunciar este gran reino,
para anunciar que tenemos que dejar todo por él.
Lucas 3
Lucas 3:3 Entonces Juan
fue de un lugar a otro, por ambos lados del río Jordán, predicando que la gente
debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y
vuelto a Dios para ser perdonada.
Lucas 3:7 Cuando las
multitudes acudieron a Juan para que los bautizara, les dijo: —¡Camada de
víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira de Dios que se acerca?
Lucas 3:8 Demuestren
con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a
Dios. No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos
descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios
puede crear hijos de Abraham de estas mismas piedras.
Lucas 3:9 Ahora mismo
el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles.
Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al
fuego.
Es nuestra responsabilidad que el reino de Dios sea
conocido, anunciar el evangelio claramente para que las personas procedan al
arrepentimiento.
Como iglesia tenemos que comenzar a dar buen fruto, la
iglesia es la casa de oración de Dios, es el lugar donde somos adoctrinados con
la Palabra de Dios para dar fruto, un buen fruto. Por este motivo el Señor dice
que no dejemos de congregar como algunos tienen por costumbre, el fruto tiene
que verse.
Como iglesia tenemos que aborrecer la tibieza espiritual,
aborrecer la indolencia, aborrecer la religiosidad, aborrecer el conformismo, aborrecer
la pereza, aborrecer el pecado.
Como iglesia tenemos que reprender las obras de las
tinieblas, no basta con no participar en ellas, no basta con dejar de hacer lo
malo, tenemos que aprender hacer lo bueno.
El verdadero avivamiento comienza con un cambio en nosotros
y en nuestra sociedad, cumplamos la función de anunciar este valioso reino de
Dios y hablemos claramente el evangelio.
Iglesia de Jesucristo, asumamos con responsabilidad nuestra
función.